*Guillermo Coronado Céspedes
Pinceladas biográficas.
En lo que sigue proporcionamos algunos detalles biográficos de cada uno de los tres naturalistas costarricenses, importantes no solamente para el contexto biográfico-cultural de cada uno de ellos, sino también para mostrar como encajan en el tipo de naturalista que se asume en nuestro curso. Se ordenan cronológicamente por sus fechas vitales.
I- Anastasio Alfaro González
Nace el 16 de febrero de 1865, en Alajuela. Muere en San José, el 19 de enero de 1951.
Hijo del agricultor y comerciante alajuelense Pedro Alfaro y de María González. Era el quinto de los nueve hijos del matrimonio Alfaro González. Su madre murió siendo un niño de cinco años. Matrimonio con Gordiana Flores, el 7 de enero de 1891. Ocho hijos. Larga existencia de casi ochenta y seis años.
Educación primaria en la ciudad de Alajuela. Inicia la secundaria en el Instituto de Alajuela, bajo la tutela de don León Fernández, el gran historiador nacional. Pero se traslada a San José e ingresa al Instituto Nacional de la Universidad de Santo Tomás, en 1879, graduándose de Bachiller en Artes en 1883. El joven Anastasio había hecho el énfasis en ciencias, pero a última hora, se dice que por falta de candidatos en el área de las artes, se le solicita tomar los exámenes en dicha área, obteniendo excelentes resultados.
Vale la pena anotar que estudia venciendo la resistencia de su padre quien prefería que sus hijos se dedicaran a la agricultura en el entorno familiar. Por ello el intento de don León Fernández de enviarlo a estudiar en el extranjero fracasa por la oposición paterna.
Estudios de agrimensura. De derecho a partir de 1901, culminando su notariado en 1915, a los cincuenta años. Pero debe recordarse que desde fines de los ochenta se desempeña en varios puestos como director del Museo Nacional, como investigador naturalista y arqueólogo, como educador, como agrimensor, y como militar en la unidad de artillería – a partir de 1885.
Realiza una breve pasantía en la Smithsonian Institution, 1886-87. A su regreso al país, se le nombra, 4 de mayo de 1887 Secretario del recientemente fundado Museo Nacional. Será parte del mismo, con breves interrupciones, hasta 1930, en que le sucede José Fidel Tristán.
Anastasio Alfaro, como educador, se desempeña entre 1908 y 1935 en el Colegio Superior de Señoritas, en el Instituto de Alajuela y en el Liceo de Costa Rica. Entre 1930 y 1933 es profesor de Entomología en la Escuela de Agricultura. En 1932, de Botánica, en la efímera Escuela de Ciencias, escuela nocturna en el Liceo de Costa Rica.
Durante su carrera como educador obiene el título de Profesor de Estado en Ciencias Naturales en 1918.
Otras funciones que cumple son las de Oficial Mayor de la Secretaría del Palacio Nacional, desde el 17 de mayo de 1898. Archivero Judicial. Director de Archivos Nacionales. Secretario de Educación en la administración Tinoco -dictadura- del 21 de mayo de 1918 al 19 de junio de 1919, en que renuncia por no estar de acuerdo con el contexto político de la misma.
Don Anastasio conforma, organiza y describe importantes colecciones de historia natural y arqueología nacionales para exhibiciones internacionales a fines del siglo XIX en los Estados Unidos, España, Guatemala. Recibe premios, medallas y menciones honoríficas por las mismas y las publicaciones correspondientes.
Resultado de ese trabajo es su primer libro, Antigüedades de Costa Rica, en 1896. Luego aparecerán cuatro más: Arqueología criminal americana, 1906. Petaquilla, 1917. El Delfín del Corubicí, 1923. Y finalmente, la obra que resume su labor como naturalista e investigador, Investigaciones científicas, en 1925.
Su producción de piezas breves de corte naturalista-literaria es enorme. Una muestra de la misma está disponible en la biblioteca digital del SINABI, para aprovechamiento de las generaciones actuales.
Fue distinguido por instituciones científicas como literarias de distintos lugares del mundo, tanto en América como en Europa.
Su labor lo llevó a participar activamente en campañas para escoger símbolos nacionaes, por ejemplo, la flor nacional, la guaria morada.
El siete de marzo de 1941, don Anastasio Alfaro tuvo el gran honor de entregar la bandera de su alma máter, la Universidad de Santo Tomás, a la recientemente fundada Universidad de Costa Rica, representada por un joven estudiante de derecho.
II- Rubén Torres Rojas
Nace el 3 de junio de 1890 en Tres Ríos, Cartago. Muere, en Cartago el 22 de diciembre de 1978. Una larga existencia de ochenta y ocho años. Contrae matrimonio con Erlinda Vicenzi Pacheco. Procrearán cinco hijos.
Estudios secundarios en el Liceo de Costa Rica.
Maestro normal en 1912. Como maestro trabajará algún tiempo en escuelas de San José, Alajuela, Guanacaste y Heredia.
Como profesor de secundaria labora en el Colegio de San Luis Gonzaga, 1918-1945. También en el Colegio Nocturno de Cartago, desde fines de los cuarenta. Obtendrá el título de Profesor de Estado en Ciencias Naturales en 1923. Y de Profesor de Estado en Matemáticas en 1937. También labora como profesor en la Escuela Normal de Heredia. Asimismo de la Escuela Normal de Santa Ana, en El Salvador. Allí será condecorado por dicha institución.
Será nombrado profesor de Botánica en la Universidad de Costa en 1940 e iniciará sus labores en el año siguiente cuando la universidad arranque con sus cursos. Será el primer Decano y el organizador de la Facultad de Ciencias de la misma. Formará parte del Consejo Universitario.
Como naturalista, don Rubén Torres recibe su formación con pasantías en varios museos de los Estados Unidos y México. Además, como es común, con el contacto personal y epistolar con científicos que visitaban el país. Entre ellos, destacan Paul C Stanley y los profesores de la Universidad de Kansas, Hall y Taylor.
Entre sus publicaciones destacan: Zonas fitográficas de Costa Rica. Algunos helechos de Costa Rica. Apuntes hidrológicos. Estudios entomológicos: Lepidópteros. (reeditado como El mundo de las mariposas). La hormiga león Myrmelion. Tumbas indígenas de Costa Rica. Además artículos varios sobre botánica, geología, zoología, arqueología y paleontología.
III- Alexander F. Skutch.
Nace el 20 mayo de 1904, en Baltimore, Maryland, los Estados Unidos. Muere en San Isidro de Pérez Zeledón, el 12 de mayo del 2004, a una semana de cumplir cien años.
Contrae matrimonio con Pamela Lankester, en 1950, hija del finquero y naturalista Carlos Lankester. Sus colecciones de orquídeas forman el núcleo del actual Jardín Lankester, administrado por la Universidad de Costa Rica, en Paraíso de Cartago. Sin hijos, aunque adoptan y crian a Edwin, “hijo maltratado de un obrero local” (Stiles, p 111). Edwin acompaña a los Skutch hasta que finalmente hace su propia vida. Doña Pamela fallece en el 2.000, cuatro años antes que don Alexander.
En 1928, Alexander Skutch se gradúa con un doctorado (PhD) en botánica de la Universidad Johns Hopkins, de su ciudad de Baltimore. Sus investigaciones son sobre la anatomía de la hoja del banano. Ello lo lleva a trabajar con la United Fruit Company tanto en Honduras como Panamá continuando sus investigaciones sobre el banano. Es durante estas investigaciones que nace su interés por las aves desde el punto de vista de sus historias naturales, de sus historias de vida, no desde la colección y la taxidermia para museos. Esto era concordante con la filosofía de vida de don Alexander, a saber, el no hacer daño a seres sensibles, el Ahimsa hindú.
Su primera publicación en el campo de la ornitología aparece en 1930.
Abandona la práctica profesional de la botánica y se dedica a la recolección de especímenes botánicos para museos de los Estados Unidos, junto a la tutoria de los hijos de hacendados en Guatemala, país que lo atrae por sus aves. Posteriormente publica un hermoso libro sobre ese período de su vida, The Imperative Call, 1979. También visita Costa Rica. Aunque su deseo inicial es instalarse en Guatemala, problemas de trámite migratorio lo traen a Costa Rica donde encuentra grande facilidades y la sugerencia de que la zona de San Isidro le podría resultar muy llamativa. En 1935 se afinca en Costa Rica, y en una acción de gran importancia personal y científica, adquiere una finca en las cercanías de San Isidro que bautiza con el nombre de Los Cusingos, por un tipo de tucán de la región, en el año de 1941. Era la frontera agrícola de ese entonces y ella pasará el resto de su existencia conformando un corpus importantísimo de conocimiento de ornitología neotropical y adicionalmente de reflexión filosófica sobre la naturaleza, la religión y el status de lo humano. Ejemplo de ello es su libro el Ascenso de la vida, 1991, publicado, como era común primero en inglés, Life Ascending, 1986. Este valioso libro ha sido recientemente publicado nuevamente por la Editorial Tecnológica de Costa Rica, la editorial del TEC en conjunto con la Editorial Costa Rica, en el 2013.
Skutch se destaca por su vida frugal y sencilla -no empleó electricidad aunque estaba disponible frente a su finca, y desesperación de su esposas quien exclamaba “Alexander, los postes de luz pasan frente a nuestro portón y !necesito una nevera!” (Stiles, 112), su vegetarianismo y su vida dedicada a la observación y estudio de la vida de las aves, al conservacionismo de la naturaleza. Su finca es una reserva natural, tanto durante su vida como actualmente gracias a la acción del Centro Científico Tropical.
La obra que mejor refleja su actividad como naturalista pleno es Life Histories of Central American Birds, 1950, 1951, 1969. Igualmente, aunque también emplea información de otras regiones del mundo, destaca Parent Birds and Their Young, 1976. The Life of the Hummingbird, 1973.
Un regalo para su país adoptivo, pues se nacionaliza, es Aves de Costa Rica, que recibiera premio nacional.
También de corte autobiográfico y testimonio de su forma de ejercer su vocación de naturalista son Un naturalista en Costa Rica, 2001, traducido por el mismo autor del inglés y La Finca de un Naturalista, 1985.
Cabe señalar que su libro filosófico, Moral Foundations. An Introduction to Ethics, redactado en inglés como casi siempre con sus libros, fue, sin embargo, publicado primero en español como número especial de la Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica -Volumen extraordinario XXXVIII, # 95-96, Julio-Diciembre, 2000, y luego como libro por la editorial de dicha Universidad. El libro fue traducido por Víctor Alba de la Vega. y Edgar Roy Ramírez. Traducción revisada, capítulo por capítulo por E.R. Ramírez, y luego por el mismo don Alexander que recibía y retornaba los textos por correo ordinario en y desde San Isidro.
La reflexión filosófica sobre lo natural, la religión, la biología, la evolución, los valores de la vida, etc., es constante en el pensamiento de don Alexander. Por ello fue colaborador de la Asociación Costarricense de Filosofía, ACOFI, desde su fundación en 1958 y autor de artículos en los primeros años de la Revista de Filosofía de la UCR. Volvió a colaborar con la Revista hacia el final de su vida a mediados de los noventa, no solamente con el texto Fundamentos de moral, sino con varios ensayos de menor extensión. Ellos han sido objeto de análisis por un grupo de investigadores de la UCR, a saber, Edgar Roy Ramírez, Mario Alfaro, Ana Lucía López (qdep) y Guillermo Coronado, en el segundo Simposio sobre Alexander Scutch. También en la Escuela de Filosofía se llevó a cabo un Primer Simposio sobre Alexander Skutch, que fuera posteriormente publicado por la Revista Comunicación, 2005, vol 14, año 26, del ITCR, en número especial, disponible en la webpage de la revista.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
Coronado, Guillermo. “Una semblanza de Don Anastasio Alfaro”. Revista Comunicación. I.T.C.R. Vol 4, #2, Año 9. Dic 1989. Pág. 96-98.
Coronado Guillermo. “Profesor Don Rubén Torres Rojas. Científico y educador”. Nota introductoria al Mundo de las mariposas. (Reedición de: Ensayo Entomológico: Lepidópteros) Cartago, Costa Rica: Editorial Cultural Cartaginesa. 1990. Pág. I-XV.
Stiles, F. Gary.. “Alexander F. Skutch (1904-2004): Una Apreciación”. Ornitología Colombiana, N.º 3, (2005): 110-112.