Guillermo Coronado
Un contexto personal.
Al gestionar Galileo Galilei su traslado desde Padua a la ciudad de Florencia, capital del Ducado de Toscana, luego de su enorme éxito con los descubrimientos astronómicos anunciados en su Mensajero de los astros, 1610, en particular con las “lunas mediceas”, prometió que su presencia en la corte de los Medici enriquecería su brillo en virtud de sus novedosos aportes como matemático y filósofo. De allí su insistencia en el título de “primer matemático y filósofo”. Por supuesto que debe entenderse su solicitud al título como la de un practicante de la Filosofía natural o ciencia de la naturaleza. No la de un lógico o metafísico como correspondería a un profesional de la filosofía preparado y titulado por las universidades de ese entonces.
Y la primera instancia de la innovadora presencia de Galileo se manifiesta en 1611, en reuniones de cortesanos y académicos y culmina en 1612, fines de mayo, con la publicación de su primera obra física, conocida por analogía con la de Arquímedes como, Discurso sobre la flotación de los cuerpos, aunque su título italiano es más específico, a saber, Discurso acerca de las cosas que están sobre la superficie del agua, o que en ella se mueven. Con anterioridad había redactado un texto sobrre el movimiento, De motu, y dos sobre mecánica o las máquinas simples, uno breve y otro más extenso. Pero no fueron publicacos sino que circularon de manera manuscrita. Serán publicados posteriormente.
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